sábado, 2 de marzo de 2013

Viaje de ida... y de vuelta?

Hace un tiempo que las cosas parecen ir al revés de como uno las piensa. Quizás en otro contexto no le hubiera dado más importancia, pero lo cierto es que me está afectando hasta el punto de no querer hacer nada por miedo a las consecuencias.

Quien me conoce dirá que eso no casa con mi carácter. Mi madre, que en paz descanse, decía que si me dejaban sólo más allá de los límites del mar en cinco minutos sería amigo de los pingüinos...

Como buen hobbit soy afable, extrovertido, familiar y buen anfitrión. También obcecado y testarudo cuando se me mete algo entre ceja y ceja, y con un pronto muy rápido cuando me sacan de mis casillas o cuando presencio alguna injusticia, aunque se me pasa tan rápido como vino...

Vino... Últimamente siento ganas de perderme en su compañía para olvidar, aunque sea por un instante, las duras pruebas que la vida nos presenta, aunque nadie dijo que fuera fácil el camino.

Éowyn lleva demasiado tiempo sin tiempo para ella. Con muchas dificultades combina las tareas del agujero-hobbit (yo ayudo en lo que puedo en el poco tiempo que queda libre), los estudios y el cuidado de un bebé hobbit tan encantador como exigente. Nuestro querido Faramir requiere atenciones constantes y su paciencia es tan corta o más que la mía, que ya es decir. Cuando Galadriel regresa de la escuela son dos contra uno, y esa es ya mucha desventaja...

Cuando yo llego después del jornal intento ocuparme de los pequeños, de modo que Éowyn tenga un tiempo para ella, pero murphy es murphy y siempre surge algo que le impide desconectar y tomarse un descanso, y si no surge se busca, que tampoco es ella muy capaz de estarse quieta un rato...

Desde que Faramir nació se ha convertido en la espoleta de muchas de las cosas que alteran nuestra tranquilidad. No es que tenga la culpa, sólo es un bebé, pero el hecho de que sea tan diferente a su hermana motiva diferentes puntos de vista y de actuar entre Éowyn y yo, y, aunque no queramos, acaban desembocando en una discusión.

Soy consciente, como hobbit imperfecto, que tengo defectos y cometo errores. Quizás soy también algo más firme en mis convicciones (la edad no perdona a un pesimista empernido) y hasta algo vehemente en la manera de expresarlas, pero me asusta el hecho de pensar que el fruto del amor que nos profesamos pueda ser también un motivo de división.

He iniciado un peligroso viaje a lo desconocido, aunque tengo de mi lado el amor y la devoción hacia mi familia. Confío en ellos para encontrar el camino de regreso y poder contarlo.

Merry.




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