domingo, 22 de julio de 2012

Más valen tablas...

Este jueves fui testigo de un milagro...

El mallorn, que dieciséis meses atrás había quedado sumido en un profundo letargo, despertó de nuevo.  Sus ramas crujieron y su corteza reverdeció, y de nuevo sus verdes brotes poblaron su enhiesta planta y las flores iluminaron su presencia.

Este jueves Éowyn se sintió de nuevo educadora...

Han pasado dieciséis meses desde que Éowyn se rompió el pie en una desgraciada caída y trece desde que la empresa para la que trabajaba lo aprovechó para rescindirle el contrato, dicho sea de paso de un modo vil y rastrero.

Hacía mucho tiempo que Éowyn no se sentía educadora, demasiado tiempo... Bien es cierto que no ha desaprovechado el tiempo y sigue con su formación pese a los rigores del embarazo, pero ya lo dicen. El pez sólo es feliz bajo el agua.

Fueron solo unos minutos. Una amena actividad para entretener a las/os madres, padres, compañeras y compañeros de escoleta de Galadriel, pero sus ramas crujieron, su corteza reverdeció y, de nuevo, sus verdes brotes poblaron su enhiesta planta y las flores iluminaron su presencia. Éowyn se sintió de nuevo educadora.

Fue un inicio titubeante, ya que los niños no parecían mucho por la labor de atender. Al fin y al cabo no estaban en clase y aquello era una fiesta! Pero sonaron los primeros compases, la música se extendió como un manto y la magia se apoderó del lugar mientras Éowyn contaba la historia de un lejano pueblo  y sus avatares. Ya estaba hecho. Los niños escucharon la historia de aquellos extraños y participaron de la actividad mientras las educadoras no perdían detalle del espectáculo.

Sé que Éowyn volverá a educar, pues es su pasión. Quizás no será mañana, ni la semana que viene, ni en un año... Pero tiene tablas. Esas tablas que no se enseñan porque no se pueden aprender. Lo lleva dentro, muy adentro... Nació con ello y por todo ello la admiro.

Son las once de la noche pasadas. Galadriel está perdiendo la batalla con su cuerpo por no quedarse dormida y Faramir no cesa en su intento por demostrar que, a dos meses y medio vista de su alumbramiento, ya es capaz de dar patadas. Por su parte, mi querida Éowyn intenta descansar mientras su mente planea nuevas actividades...

El mallorn dará fruto y su simiente árboles nuevos.



lunes, 2 de julio de 2012

Chupete, ese viejo amigo...

Tres chupetes para salir de paseo,
cuatro de recambio por si uno se pierde,
uno preferido para acurrucarse y quedarse dormido...

No es que Galadriel haya sido muy "chupetera", de hecho hasta que no le comenzaron a salir los dientes huía de ellos cuan vampiro de los ajos... Pero en determinadas ocasiones calma y reconforta, bien sea por una rabieta, sueño, los dientes que salen de golpe (y de cuatro en cuatro...).

Son las once menos cuarto de la noche y ha pasado demasiado tiempo desde mi primera entrada, pero es que las jornadas de trabajo en la Comarca son agotadoras, Galadriel requiere más atenciones cada día  a medida que va creciendo, ya son veinte meses, y mi querida Éowyn sigue con los rigores del embarazo, a saber náuseas, vómitos y mareos, entre otras cosas.

Hace dos semanas que supimos que viene un niño: que bien! la parejitaaaa.... Todo el mundo dice lo mismo y quizás seamos los raros de turno, pero no me hace más ilusión por el hecho que sea niño. Venga lo que venga estamos felices porque es algo que viene del amor y del cariño que nos tenemos Éowyn y yo, en las buenas y en las malas, que de ambas hemos tenido. Se llamará Faramir, ya que espero tenga la energía de su padre y la bondad y fuerza de voluntad de su madre.

Recuerdo con un tremendo dolor de cabeza la última vez que tuve un chupete en la boca. Tenía cuatro años (siiii, de verdad, un niño tan grande todavía necesitaba el "pete") y estaba sentado en la cama. Era una calurosa mañana de verano, estaba completamente sudado y tenía mucho dolor de cabeza. Algo parecido a una fuerte resaca después de una larga noche de bailoteo entre trago y trago de hidromiel, solo que sin el baile y el hidromiel... A lo que vamos. No sé porqué, relacioné el dolor de cabeza con tener el chupete en la boca y adiós amigo....

Veo a Galadriel sumida en los dulces encantos de Morfeo, succionando lenta aunque constantemente uno de sus chupetes, y me transporto a una época en la que no tenía preocupaciones ni responsabilidades. No es que la recuerde, ya que difícilmente guardamos recuerdos anteriores a los cuatro o tres años de edad, pero siento ese vínculo, ese sosiego y tranquilidad del chupete que era capaz de elevarte a una dimensión especial. Lo siento con nostalgia, ya que ahora nada es igual y la concha en la que aislarnos para sacar lo peor de nosotros simplemente no existe, pero también con el convencimiento que ello me ayuda a canalizar de otro modo mis enfados y frustraciones.

Hoy no ha sido un día fácil. He querido arreglar algo con la mejor de las intenciones y no ha salido como esperaba. No hay chupete, ni tranquilidad ni sosiego, sí en cambio preocupaciones y responsabilidades.... Pero esta noche Éowyn y yo nos recordaremos lo mucho que nos queremos antes de irnos a dormir y mañana saldrá de nuevo el sol para recordarnos que la vida es una sucesión de milagros.

Buenas noches mi querida Galadriel. Que descanses, mi pequeño Faramir. Te quiero, Éowyn.