lunes, 2 de julio de 2012

Chupete, ese viejo amigo...

Tres chupetes para salir de paseo,
cuatro de recambio por si uno se pierde,
uno preferido para acurrucarse y quedarse dormido...

No es que Galadriel haya sido muy "chupetera", de hecho hasta que no le comenzaron a salir los dientes huía de ellos cuan vampiro de los ajos... Pero en determinadas ocasiones calma y reconforta, bien sea por una rabieta, sueño, los dientes que salen de golpe (y de cuatro en cuatro...).

Son las once menos cuarto de la noche y ha pasado demasiado tiempo desde mi primera entrada, pero es que las jornadas de trabajo en la Comarca son agotadoras, Galadriel requiere más atenciones cada día  a medida que va creciendo, ya son veinte meses, y mi querida Éowyn sigue con los rigores del embarazo, a saber náuseas, vómitos y mareos, entre otras cosas.

Hace dos semanas que supimos que viene un niño: que bien! la parejitaaaa.... Todo el mundo dice lo mismo y quizás seamos los raros de turno, pero no me hace más ilusión por el hecho que sea niño. Venga lo que venga estamos felices porque es algo que viene del amor y del cariño que nos tenemos Éowyn y yo, en las buenas y en las malas, que de ambas hemos tenido. Se llamará Faramir, ya que espero tenga la energía de su padre y la bondad y fuerza de voluntad de su madre.

Recuerdo con un tremendo dolor de cabeza la última vez que tuve un chupete en la boca. Tenía cuatro años (siiii, de verdad, un niño tan grande todavía necesitaba el "pete") y estaba sentado en la cama. Era una calurosa mañana de verano, estaba completamente sudado y tenía mucho dolor de cabeza. Algo parecido a una fuerte resaca después de una larga noche de bailoteo entre trago y trago de hidromiel, solo que sin el baile y el hidromiel... A lo que vamos. No sé porqué, relacioné el dolor de cabeza con tener el chupete en la boca y adiós amigo....

Veo a Galadriel sumida en los dulces encantos de Morfeo, succionando lenta aunque constantemente uno de sus chupetes, y me transporto a una época en la que no tenía preocupaciones ni responsabilidades. No es que la recuerde, ya que difícilmente guardamos recuerdos anteriores a los cuatro o tres años de edad, pero siento ese vínculo, ese sosiego y tranquilidad del chupete que era capaz de elevarte a una dimensión especial. Lo siento con nostalgia, ya que ahora nada es igual y la concha en la que aislarnos para sacar lo peor de nosotros simplemente no existe, pero también con el convencimiento que ello me ayuda a canalizar de otro modo mis enfados y frustraciones.

Hoy no ha sido un día fácil. He querido arreglar algo con la mejor de las intenciones y no ha salido como esperaba. No hay chupete, ni tranquilidad ni sosiego, sí en cambio preocupaciones y responsabilidades.... Pero esta noche Éowyn y yo nos recordaremos lo mucho que nos queremos antes de irnos a dormir y mañana saldrá de nuevo el sol para recordarnos que la vida es una sucesión de milagros.

Buenas noches mi querida Galadriel. Que descanses, mi pequeño Faramir. Te quiero, Éowyn.







1 comentario:

  1. Para mi no hay chupete que valga hoy, pero me quedo con una cosa que has escrito:

    La vida es una sucesión de milagros!

    Besos!

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